De la Manu de la Revolución
Manu Chao volvió a presentarse en Argentina luego de cinco años de ausencia. El compromiso social, la música y la fiesta estuvieron asegurados.
Juan Pablo Bravo
Para aquellos que pisaron este fin de semana los mega shows musicales de diferentes estilos que se desarrollaron en Capital y las inmediaciones, ir a ver a Manu Chao en el estadio de All Boys un martes por la noche sería casi un paralelo entre la cumbre y la contra cumbre.
Porque las cumbres paralelas existen y deben existir, aún más desde un punto de vista cultural y no tanto político, y de esto el artista principal de la noche sabe y mucho. Pocos son los que hoy día suben o dejan que miembros de La Colifata, radio de los internos del Hospital Borda, transmitan, participen, canten, disfruten, se sientan parte de la sociedad y reciban el mejor de los premios para el corazón, el aplauso. Poco importa cómo cantan, poco interesa cómo se expresan. Lo importante es que se muestren libremente y que tengan los espacios abiertos para poder hacerlo.
Así pudimos apreciar diferentes manifestaciones artísticas y enterarnos un poco más del trabajo de mucha gente que pone su ciencia y su empuje para apoyar a otros que lo necesitan. Asimismo, y para muchos que no lo conocían, se presentaron en sociedad los integrantes de "La Luciérnaga", emprendimiento literario de la ciudad de Córdoba para chicos de la calle que desde hace mucho tiempo lucha contra la discriminación, el hambre y la analfabetización de muchos desangelados que hoy son parte de una misma familia y pelean por un futuro esperanzador.
En este ámbito de apertura y resistencia no faltó la música, y quienes le pusieron fuego a la historia fueron las Actitud Maria Marta, aquella agrupación que por el año 1997 irrumpió en el rock nacional con letras poderosas al ritmo del rap y el hip hop. Hoy, con otra formación, siguen caminando por el sendero del aguante, bajo el mando de Malena D'Alessio, histórica del grupo, llevando su denuncia a través de la palabra con fuerza y determinación. El set duró poco más de 40 minutos. Fue de menor a mayor con el pasar de los temas y sirvió para bailotear y preparar el cuerpo para el esperado show.
Las citas seguían a la orden del día. Carteles y videos contra el ALCA, más de los artistas de La Colifata, Sumo en los amplificadores y miles de personas que rebalsaban el estadio daban un marco ideal para que el "Manu Chao on tour 2005" empezare a desandar su última parada en suelo Argentino. La Radio Bemba Sound System, sin caños lamentablemente, se ponía en posición y la percusión marcaba los tiempos "Radio Bemba" y "Mama perfecta", para el enérgico comienzo del show.
Vincha con los colores de la bandera boliviana, musculosa roja calada, atrapasueños en el cuello, guitarra colgada y un "... Buenas noches Buenos Aires..." fue el primer flash que entregó Manu a la multitud. Y después todo fue música por más de dos horas y media. Había tiempo para el pogo, el baile, la incursiones programadas de internos del Borda en medio de diferentes tracks y del disfrute colectivo al ritmo de clásicos como "Sr. Matanza" o "Welcome to Tijuana", antes del intervalo y volver de la mano de "Clandestino" y "Desaparecido". Obviamente hubo tiempo para parte del repertorio de Mano Negra, como el caso de "Mala vida", "La vida" y "Sidi h' bibi", sumado a los ya mencionados.
Aquellos que buscaban despliegue escenográfico y destellos de glamour estaban equivocados. Todo pasaba por la sangre, por el compromiso y por el regreso después de cinco años de un artista al que se lo extrañaba y que juega de local en cualquier parte del territorio argentino donde toque. "Me voy o me quedo" parecía ser la consigna. Un par de falsas despedidas determinaron el final de un gran espectáculo que se disfrutó a rabiar, dejando un saldo más que positivo desde lo artístico y el contrato social totalmente firmado con cada uno de los presentes. Manu Chao, más allá de la postura y bien cerca del pueblo.
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